lunes, 29 de noviembre de 2010

Sans toi.

Y ya cuando lo obvio se ha convertido en inevitable, en grito de autoconvencimiento… Para este lugar no hay salida de emergencia, aunque de todos modos, salir sería lo último que haría.

Y ya cuando el vaivén efímero se convierte en estabilidad pasajera, es totalmente absurdo borrar las dos palabras de siempre. Absurdo e impropio, si la madera siempre quiere arder.

Entonces escribir 24 latidos por día, me convierte en esa clase de piel al rojo vivo, que camina al paso de reconstrucciones de una noche, o que se queda casi sin respiración en la construcción de la misma.

Que todos sabemos medir las distancias, y más cuando se trata de gris y amarillo, de frío y calor. Que todos sabemos meternos donde no nos llaman, y de ahí es mucho más fácil salir.
Sin embargo, cuando sientes que todo ha sido un plan perfecto, te ves inmersa en un cuento. Y como todo cuento, se supone, que tiene un fin, se supone. Pero ya le has cogido tan fuerte de la mano, que si te suelta,
pierdes el equilibrio,
el norte
la conciencia
el calor
...



Hipotermia en el corazón.

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