lunes, 29 de noviembre de 2010

Sans toi.

Y ya cuando lo obvio se ha convertido en inevitable, en grito de autoconvencimiento… Para este lugar no hay salida de emergencia, aunque de todos modos, salir sería lo último que haría.

Y ya cuando el vaivén efímero se convierte en estabilidad pasajera, es totalmente absurdo borrar las dos palabras de siempre. Absurdo e impropio, si la madera siempre quiere arder.

Entonces escribir 24 latidos por día, me convierte en esa clase de piel al rojo vivo, que camina al paso de reconstrucciones de una noche, o que se queda casi sin respiración en la construcción de la misma.

Que todos sabemos medir las distancias, y más cuando se trata de gris y amarillo, de frío y calor. Que todos sabemos meternos donde no nos llaman, y de ahí es mucho más fácil salir.
Sin embargo, cuando sientes que todo ha sido un plan perfecto, te ves inmersa en un cuento. Y como todo cuento, se supone, que tiene un fin, se supone. Pero ya le has cogido tan fuerte de la mano, que si te suelta,
pierdes el equilibrio,
el norte
la conciencia
el calor
...



Hipotermia en el corazón.

lunes, 22 de noviembre de 2010

Romeo y Julieta.

Ahora el corazón no late al compás de un pentagrama meditado, ni existe prisa que ande detrás de otro más que poner en la lista. No sabe nadie a cuantos palmos del suelo han volado sus ganas, ni se imaginan el esfuerzo sobrehumano que les supone estar una noche en camas separadas.
Ahora nadie puede convencerles de que con tan pocos besos no se puede construir otra historia. Han metido en una caja los recuerdos, dejando en el cuerpo sólo espacio para su argumento, para una larga noche en la 628, en la que por muchas ocasiones en las que se abra y se cierre la puerta, siempre estará flotando en el aire la risa de los dos.
Ahora nada tiene que olvidarse por miedo a la distancia, ni nadie tendrá que pedir perdón.
Ahora el verbo querer no parece una pérdida de tiempo, ni una piedra con la que tropezar 100 veces.
Ahora no da miedo ver el suelo desde el cielo.


Pero si el miedo aparece,
prefiero quedarme a tu lado,
pegada a tu piel y a tu aliento,
con tus manos quitándome el invierno de encima,
y así plantarle cara,
hasta que cansado de perder la batalla,
decida desaparecer
por la rendija de la ventana,
y se diluya en el frío,
hasta convertirse en nada.



Esta noche, también me harás falta...

miércoles, 3 de noviembre de 2010

.

A tiempo y destiempo tintando de rojo ocho paredes que no se miran.
A galope y al paso camina ahora la vida, despachándose de miradas que al llorar en lo más hondo sueltan puñales frustrados
Al ritmo del Bob Marley que me dice que no llore, nos fumamos el aire sin prisas que nos pisen los talones, con la muchedumbre haciendo el coro.
A base de fantasmas que reían, se descubrió que el cielo gris era un telón mofándose de todos.
Al cabo de ese segundo inquieto y bipolar, la sal del mar regeneró la piel de la que quiso abandonarse, sin compañía ni consuelo, en el Km. O de su propio desierto.
Y después, ya desenmascarado el miedo, y realizado el intento de encontrarse en una historia ajena, decidió retomar la suya propia, en su diario sin candado, con la caja azul consigo, con las manos que acariciaban lo mundano, con la mirada puesta en sus dos realidades.

Sacudió la arena incrustada de su piel.
Se sentó delante del espejo,
se miró,
y sus labios comenzaron a estirarse

a una velocidad descomunal.




Ya era hora, princesa.