miércoles, 5 de junio de 2013

Micro cuento

La habitación a media luz, expectante y silenciosa. El frío quema. La noche está a punto de abordarles: Tercer asalto. Concentración de recuerdos, inaugurando el encuentro. No hay previsión de reproches ni manantial de un “tal vez”. Ella se sienta en el sillón, se enciende un cigarro, aspira el humo, clava la mirada en una foto. Una foto de un hombre que mira fijamente al objetivo, entre apesadumbrado y feliz. No es una foto, es él. Ella le observa entre el humo y el recuerdo. Sus ojos le evocan un paisaje eterno, de marea tranquila y despertares atroces. Se levanta y camina hacia él, con pasos firmes pero cortos, custodiando el salto que viene detrás. La puerta empieza a abrirse al son de James Morrison. Llueven certezas, pero esta vez sin promesas. Llueven latidos salvajes, y razones de más. Llueve como nunca, a 36,7 grados. Él le mira, como quien mira a su futuro acercarse lentamente, y en milésimas de segundos,el futuro se queda a dos centímetros de distancia, decide plantarse y gritar. Dice algo así: "El por qué que lleváis tanto tiempo sufriendo, el cuándo que seguís esperando y el cómo que no encontráis en ningún sitio, está en todas partes de vuestro presente, de vuestro instante, y nada ni nadie más os puede explicar lo que nunca os habéis atrevido a hacer en estas cuatro paredes. Es necesario recordar que no hay fuerza más intensa que el poder del ahora, y olvidar ineludiblemente la incertidumbre del mañana". Los protagonistas del crimen se quedaron mudos, atónitos, como si el tiempo no hubiese pasado, y como si ese olvido fuera ya etéreo entre la nada. Sabían lo que estaba a punto de ocurrir, pero la moneda cayó por el lado de la soledad.

lunes, 6 de febrero de 2012

La vida no para. Extraña certeza que obviamos en el trasiego de los días. En la cual sólo reparamos cuando algún motivo te conduce al stop. Entonces sueles preguntarte al borde del ocaso, o del edén, con qué pie traspasar el límite. Y cuando ya lo has cruzado, ese paso crucial viene a ser un pormenor que olvidar en tu nueva libertad, en tu nueva osadía. Vamos valiente.

lunes, 9 de enero de 2012

Brindo

Desprovista de insignias y medallas, me otorgo merecidamente toda la luz del día. Qué más se puede pedir, que ver mucho más allá de lo que da el entendimiento. Brindo, por los tropezones torpes, por la congoja en el alma. Brindo, por los ojos traslúcidos y la amistad de quien mira con ellos. Brindo, por la vejez como juventud eterna, y las cruces tan bien llevadas. Brindo, por todos y cada uno de los que aman la vida, de los que luchan impunemente. Brindo por los que ya se fueron, y por los que con la mirada al frente, se encorajan como el viento, y persisten avivando su recuerdo. Brindo por el arte, por la magia y por los 6 sentidos. Y por supuesto Brindo por el calor de ese humano. Por él, y por mí. Por los miedos, y por saber deshacerme de ellos. Brindo.

domingo, 31 de julio de 2011

¿Sabes qué?

Es verdad que no hay dos iguales en este mundo, tan imposible como cierto.
Creo que es el momento de acordarme de mis fallos, de hacerlos tan latentes como los tuyos. Nadie es perfecto hasta que te enamoras de él. Pero el camino, entonces, precisa de más hueco. De dos huecos.
Yo te quiero, porque no sólo templas el espacio en el que estoy, sino que lo cuidas, conmigo dentro. Porque hay una señalada razón a la cual acudo cada mañana: Esta viene a ser la explosión de amor eterno que sorprendió ya desde la primera cita.
Sí, una osadía hablar de eternidad y siempres, cuando el humano acostumbra a postular el tiempo como una suerte de maratón de diez minutos.
Sin embargo, parece haberse imantado mi corazón con tu cuerpo, con tu vida. Parece como si el futuro se aclarase cada vez más y más, sin dar tregua. Como si la desazón de la soledad fuera el punto y final de esta vida. Como si esa soledad fuera única y primordialmente el supuesto de tu ausencia. Como si de repente se me hubiera olvidado que ya no juego detrás del destino.
Y ahora parece que el destino llama a mi puerta, entrando aún sabiendo que sigo escondida. Se sienta a mi lado, cuando tu no estas, claro. Y sin compasión alguna, me dice algo que yo no oigo, pero escucho…

"Para toda la vida,
mi vida"

sábado, 5 de febrero de 2011

C´est la vie.

Se tambalea, aunque cueste creerlo, el impulso oculto que no se aleja de tu puerta.
Se tambalea, la capacidad de redimir aquellas trampas que tanta falta hacen en la vida.

La sonrisa firme siempre hizo de amortiguador, en algún intento de escapismo y manta.
Y no, no fue en vano.
Pero ya quedan muy pocos remedios con dosis antivirales de desastres oportunos.
Como la botella de champán, cuando explota…
Esta es la realidad.El tiempo pesa hasta en las piedras.

Sin embargo, hay que dejar una sección de memorias y olvidos, de escalones derrotados.
La que ahora es atea de su suerte, algún día los subió de dos en dos.


La teoría de la relatividad, relativa y suya,
la manera de insignificar la palabra imposible,
las toallas que nunca cayeron…



Cómo pasa el tiempo.

lunes, 17 de enero de 2011

3

Hay cosas que nunca seré capaz de decir.
Cosas que vienen a derretirse, a fundirse con unas ganas impacientes de pasar mi vida en tus abrazos.
Y entonces tiemblo,
por no saber hasta que punto el corazón, podrá convertirse en honorabilísimo esclavo de tus días.

martes, 4 de enero de 2011

Hablemos desde esta orilla.

Sólo hay mentes
que aunque enajenadas por el viento, nunca olvidarán que hasta el mayor epíteto del desierto, puede ser una gran obra de arte.
Inspirarte desde el más tierno repelús, hasta la más brutal congoja.
Aquí ya no quedan bloques de hierro con los que pegarte cabezazos. Tanta temperatura quizás los derritió.
Lo único claro y conciso que puedo decir, es que los dilemas psicológicos de envergadura, no me duran como tales más de dos días. Y una vez que grito, rompo el cargador de la batería histérica.
Inhalo la atmósfera salada, y la perspectiva de mi misma, ahora, podría haberse comparado con los paisajes más puros que el gran artista (que en paz descanse) capturó.
No sé tratarme como una máquina derribadora.
No sé vivir siendo una mirada subliminal.
Y cuando lo probé
fue el final del tiempo sordomudo
la resaca, duro más de un día,
y la desazón no se quedó tranquila con una sola bofetada.

Por tanto, y por no volverme loca, he decidido salvarme en mi orilla.
Con la tranquilidad de los de siempre.
Con las que se ganaron ser de toda la vida.
Con el murmullo de las olas, mezclado con la prisa a cero grados
Con el play después de las lagunas
Con los distintos acentos bailando
Con la suerte atea y descarada
Con los propósitos que nunca me propongo tras las uvas.
Con la velocidad a corto plazo.

Con la misma inefable alegría…


Por sus ojos, que me pueden.

Por tu risa, mi vida.






Feliz año.