viernes, 28 de mayo de 2010

Al compás.

Demasiada bulería entre tanta ola muerta.

¿Para qué vienes hoy, corazón?

Te gustaban mis letras desquiciadas, ahora todo vuelve a empezar, por tu culpa, por mi culpa, porque el roce hace el cariño.
Di que no hay mirada obcecada en la llave que lleva al todo, al diluvio de infinitas ideas erupcionando a cada silencio.
Di que está noche no habrá extrema unción cuando decida psicoanalizar mi vida.
Di que se ha marchado la ilusión de besos, cuentos, y palabras nunca dichas,
que ya no hay droga que desgaste el mapa, que se rebotan estos dos mundos.
Y a mi me explota en la cara.

Velocidad,
para todo.
Ahora sólo caben esos dos relojes precoces de amaneceres y sueño cafeinado.
Como las balas perdidas con la vista puesta en un solo paraíso.
La almohada ya te ladra, el clima seco y sus manías ya te han escamado hasta las ganas, la ruleta bajo el asfalto...
Hay muchas toallas tiradas.

-Huye...-

Pero su escondite ya se había escondido.

Hace muchos años,
hace muchas primaveras.

Hace muchos renglones ya sellados en algún grito…

Sigue bailando, marinera.

martes, 4 de mayo de 2010

Insaciable realidad.

Bullicio de estruendos, de tormentas agotadas, carcomiendo cualquier testamento fuera de las manos. Rincón donde te quedas observando absolutamente nada, llena de alguna súbita droga benévola, rociando lo que queda de tu todo. No pienses más allá que de lo vivido, no encuentres a cada expresión un lugar donde resguardar tus ideas voladoras, soñadoras. Puede, y puede 40 veces aparecer una magia extraordinaria que te haga hablar de lo que ni siquiera sientes, que te haga volver a ese cuerpo que carecía de realidad. Sin embargo te ves aquí, lejos, cerquísima, de todo el follón que te agrada vivir cada día. Y por pésima aceptación del público has acertado en dejar de no ser tú, porque al final la naturaleza es la que pierde al hombre, la que aturde con las mas humanas razones.


Quedará esa puerta entreabierta, pero nunca abierta del todo. No se hacer de la sangre un soplo de agua, no se convertirme en la playa más virgen de ese paraíso, no se agravar los problemas con explicaciones trascendentes, no se decirme a mi misma que la suerte tiene sólo 7 vidas.
 
Predecir hasta el más estúpido estimulo es derrochar todas las ganas de apartarte las incógnitas del medio, y eso… no puede ser sano.






Para que no te vea nadie, invéntate otra excusa.